BOLETÍN DIGITAL DE LA DELEGACIÓN DIOCESANA PARA LA EDUCACIÓN

OBISPADO DE HUELVA

jueves, 22 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD













Ante el Misterio que trae y entraña la Navidad, no tenemos más remedio que ponernos delante del pesebre a dar gracias por el regalo tan grande que es vivir desde la conciencia que Dios se sigue haciendo presente en nuestras vidas.
Felicidades a todos aquellos que siguen dando razones de esperanza para sus vidas y para el mundo entero.
Os remito la carta de nuestro Obispo.
Un abrazo enorme de todo el equipo que formamos la Delegación diocesana de Enseñanza.
Feliz navidad


La noche, tiempo de salvación

Mensaje de Navidad 2011

“De noche en un pesebre

nacía tu Palabra.

La noche es tiempo

de salvación


Mis queridos hermanos y hermanas:


Al celebrar las fiestas del Nacimiento del Señor, Luz del Mundo, me alegra poder dirigirme a todos vosotros para expresaros mis mejores deseos de paz y alegría. Pienso en todas las parroquias, en todas las personas de nuestra querida Diócesis de Huelva, y en todas las personas de buena voluntad que quieran escuchar mi mensaje. Pero pienso, especialmente, en todas las familias que sufren a causa del paro, de la enfermedad y de la ausencia de seres queridos.

Hay muchas situaciones humanas que se parecen a la noche; situaciones de oscuridad que nos llenan de tristeza y momentos en los que no sabemos cómo vamos a salir de ese túnel oscuro.

El Nacimiento del Señor, en medio de la noche, es para todos una Buena Noticia. El profeta Isaías lo anunció con estas palabras: “el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, habitaban tierra de sombras y una luz les brilló (Is 9, 2); y añadía: “ porque un niño nos ha nacido...se llamará Príncipe de la Paz (Is 9, 6).

En estas fiestas de Navidad, en las que amplios sectores de nuestra sociedad viven situaciones de sufrimiento, mi deseo para todos es que tengamos luz, la Luz que es Cristo, el Niño nacido en la noche, envuelto en pañales y recostado en un pesebre (cf. Lc 2, 12). Él es el Hijo de Dios que nos ama; es el hijo de María, semejante a nosotros en su humanidad. Que Él nos muestre el camino. Que nos conceda mirar a Dios con confianza y mirar al mundo como Dios lo mira, para que aprendamos a vivir como familia. Que Él nos guíe y oriente, conduciéndonos por las sendas de la sencillez y la humildad. Que nos enseñe a compartir solidariamente y a crear unas relaciones humanas, sinceras y transparentes. Que Él nos ayude a ordenar nuestra sociedad con justicia y equidad, sin que nadie se quede al margen o humillado. Que Él nos conceda lucidez para que todos tengan un trabajo digno y estable y una educación integral, rica en valores evangélicos.


Vayamos a Él. Acojamos la luz de su Palabra. Gocemos de su presencia en la Eucaristía, y busquemos el calor de la fraternidad en nuestras comunidades parroquiales. Que nadie se sienta sólo: vivamos una Navidad con Él y con nuestros hermanos.

Con estos sentimientos y deseos, exhorto a todas las parroquias a que sigan mostrando una especial solicitud y cercanía hacia los pobres. La crisis se hace larga, por lo que os recuerdo las palabras del Apóstol: “no os canséis de hacer el bien (2 Tes 3, 13). Agradezco la generosa ayuda que estáis prestando a tantas personas necesitadas, y felicito, especialmente, a todos los miembros de nuestra Cáritas por su admirable labor. Recordemos que todo lo que hagamos a nuestros humildes hermanos al Niño Dios se lo hacemos.

Deseo también que la luz del Señor nos ayude a ver lo bueno y positivo que hay a nuestro alrededor. No puedo dejar de mencionar, en este mensaje navideño, el testimonio precioso de fe y alegría que nos dieron los jóvenes participantes en la JMJ en Madrid, junto al sucesor de Pedro, Benedicto XVI. Fue un signo de esperanza, una cascada de luz, como la calificó el Papa, una fiesta de fraternidad universal. Debemos dar gracias a Dios por este acontecimiento de gracia y comprometernos a trabajar por los jóvenes, acompañándoles al encuentro con Cristo. De la misma manera que los pastores al encontrar el Niño volvieron contentos “dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído (Lc 2, 20), nuestros jóvenes, al encontrarse con Cristo, quedan llenos de fuerza para construir un mundo nuevo. La novedad de Cristo, siempre joven, les capacita para renovarse y renovar la sociedad con la fuerza extraordinaria del amor que reciben de Él.

“De noche lo anunciaron

el ángel y la estrella.

La noche es tiempo

de salvación

Mis queridos hermanos y hermanas: os deseo a todos una feliz Navidad llena de fe y alegría, llena de luz y esperanza.


José Vilaplana Blasco

Obispo de Huelva

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DIA DEL APOSTOLADO SEGLAR











lA CITA ES COMO TODOS LOS AÑOS: EL DÍA DE CRISTO REY

Cuando llega el día de Cristo Rey, todos los seglares de Huelva tenemos una cita de encuentro, el dia del Apostolado Seglar. Nos encontramos y nos reconocemos todos los agentes de pastoral laicos y ahondamos en nuestro compromiso eclesial desde el laicado.
Como profesores cristianos, quiero hacer una llamada para que, los que quieran y puedan, se acerquen a compartir.


Día 19 de noviembre, sábado.
Seminario Diocesano de Huelva.

El horario es el siguiente:

10:30 Acogida.
10:45 Oración.
11:00 Presentación del Itinerario de formación cristiana para adultos a cargo de Monseñor Elias Yanes, Arzobispo emérito de Zaragoza.
12:00 Descanso
12:30 Diálogo y presentación práctica de la metodología.
14:00 Despedida

sábado, 22 de octubre de 2011

UNA REFLEXIÓN


Os comparto una reflexión que he leío en ciudadredonda.org


Lo que más amamos: ¿idolatría o sacrificio?

José Cristo Rey García Paredes, cmf –

Viernes 21 de Octubre del 2011

Dios es invisible y eso nos confunde. ¿Cómo amar a quién no vemos? ¿Es cuestión de imaginárselo? Son las realidades cercanas, próximas, tangibles, las que acaparan nuestra afectividad y nuestros sentimientos. Y, a veces, con una intensidad impresionante… hasta ¡la idolatría! Pueden ser personas, cargos, lugares en donde se vive, propiedades y hasta animales domésticos…. Hay quien confiesa que si esa realidad amada le faltara un día, ese día moriría, o entraría en una profunda depresión.

Por una experiencia semejante pasó el gran padre de la fe, Abraham. Subamos con él y su hijo Isaac a las montañas. En el ascenso aprenderemos una lección decisiva: cómo vivir más allá de la idolatría y del sacrificio.

La promesa que nunca llega

Dios le hizo a Abraham una promesa asombrosa: “Si eres fiel a mi alianza serás bendición para todos los pueblos de la tierra y para sus descendientes”. Esa promesa contenía una cláusula condicional: “Deja tu país, tu gente, y tu casa paterna, y vete a la tierra que te mostraré” (Gen 12,1-3). Abraham debería abandonar el espacio de la seguridad, de lo conocido, de lo próspero y encaminarse hacia el otro espacio de lo incierto, lo desconocido, lo arriesgado, lo liminal. Sólo la confianza en el Dios de la promesa podría ampararlo en un camino insólito y lleno de interrogantes. La carta a los hebreos lo ratifica al comentar: Abraham no sabía a dónde iba (Heb 11,8).

Transcurría el tiempo y Abraham no se sentía bendecido: sin hijos, sin descendencia, compartiendo su vida con una mujer estéril, Sara (Gen 12,7). Llega él a los 100 años y ella a los 90 y la palabra dada no se cumple (Gen 17,16; 21,5). Bueno, se cumple cuando menos lo esperaban: tras ofrecer hospitalidad a tres misteriosos visitantes. Entonces llegó regalo de Isaac. Dios siempre responde, ¡pero tarde! -me decía a veces mi padre-.

El discernimiento

El cumplimiento de la promesa suscita una cuestión aparentemente sutil, pero decisiva: ¿se sirve Abraham de Dios para tener un hijo, un descendiente? O ¿consigue un descendiente de Dios por la confianza y el amor ciego que tiene en su Dios? ¿A quién había entregado Abraham, en primera y última instancia su corazón? ¿a Dios o a su más profundo deseo, es decir, a su hijo único?

Nuestros sueños suelen confundirnos: creemos que realizado el sueño, se acabarán todos nuestros problemas. Pero la realidad no es así. Abraham tenía el sueño de un hijo: el nacimiento de Isaac, sin embargo, no resolvió sus problemas, ni lo colocó en un paraíso.

Abraham recibió una nueva y sorprendente llamada de Dios. Le pidió que sacrificara a su hijo, a su único, a quien amaba (Gen 22,2), a quien posiblemente adoraba. Dios quería comprobar que no existía idolatría filial. Pero no es fácil interpretar este relato.
La interpretación

Es conocida la interpretación que Soren Kierkagard hizo de este relato de la Escritura en su libro “Temor y temblor” (1846). Abraham sintió que aquello que Dios le pedía violaba sus más profundas convicciones éticas; el patriarca pone en suspenso su ética y su razón y se somete al mandato de Dios y se arriesga a asumir un compromiso paradójico y misterioso; da el salto de la fe.

Un estudioso judío, Jon D. Levenson, profesor en Harvard, escribió un libro titulado “La muerte y resurrección del hijo amado”. Él nos recuerda que las culturas antiguas, las esperanzas y sueños tenían como objetivo no la dicha individual, sino la colectiva (de la familia o del clan); en los primogénitos se ponían todas las esperanzas, de modo que a ellos les correspondía por ley la mayor parte de la herencia y de la riqueza familiar; a través de ellos la familia conservaba su posición y prestigio social. El primogénito era el símbolo de la familia.

El ángel exterminador mató a los primogénitos de Egipto por el pecado del pueblo egipcio. Dios se reservó para sí la vida de los primogénitos de Israel y puso precio a su rescate: los primogénitos deberían ser rescatados mediante un sacrificio (Ex 22,29; 34,20) o un servicio en el tabernáculo en el caso de los levitas (Num 3,40-42), o el pago de un rescate al tabernáculo y a los sacerdotes (Num 3,46-48). Con ello se decía que toda familia en la tierra estaba en deuda con la justicia divina, la deuda del pecado.

Dios no le pide a Abraham que sacrifique a su mujer, Sara. Y si lo hubiera pedido, de seguro que Abraham no habría obedecido a esa voz. Abraham hubiera pensado que se trataba de una alucinación. No le parecería iluso, sin embargo, el asegurar el futuro de su familia sacrificándole a Dios el hijo primogénito: ¡era el precio que había de pagar! Dios no le pidió que entrara en la tiende de Isaac y lo asesinara; le pidió que se lo ofreciera en sacrificio. Yahweh quería que Abraham tomara conciencia de su deuda: su hijo moriría por los pecados de la familia.

En este contexto cultural se puede entender el mandato divino, pero no deja de ser terrible. La vida de Isaac tiene un precio, porque la familia ha pecado; pero, por otra parte, la vida de Isaac es bendición para todas las naciones, según Dios había prometido. ¿Cómo entender a Dios? Abraham podría haber dicho como Job: “Él sabe lo que está haciendo conmigo y cuándo me ha puesto a prueba; yo saldré de todo esto como oro puro” (Job 23,10). De todas formas Abraham no tiene mucha idea de aquello que Dios le pide: él saldaría la deuda y Dios mantendría su promesa. Por eso, suben al monte del sacrificio (Gen 22,9-10) y cuando todo está para cumplirse, Dios actúa a través de una voz que viene del cielo (Gen 22,11-12).

¡No destruir, sino purificar!

Dios conocía muy bien qué había en el corazón de Abraham. No necesitaba comprobar si lo amaba. Lo que Dios hace es purificar ese amor para que se convierta en “oro puro”. Isaac era el medio para conseguirlo.

Abraham podría caer en la idolatría filial. Un hijo idolatrado puede convertir al padre en un ser exigente y super-protector, que intentar por todos los medios conseguir el “hijo perfecto”; o convertirlo en un padre super-condescendiente y que mima al hijo para evitarle el menor desagrado. Un hijo idolatrado esclaviza. El camino de Abraham hacia las montañas con su hijo fue la fase final de un largo camino en el cual Dios lo iba transformando y haciéndole pasar de hombre normal al más importante de la historia.
Nuestro hermano, el primogénito, ¡qué bendición!

Al final el hijo amado no fue sacrificado. No obstante, los pecados familiares seguían ahí. La solución es una víctima sustitutoria, un carnero. Pero la sangre del carnero no fue suficiente, ni mucho menos, para pagar la deuda. Sería necesario que siglos después, en las mismas montañas, otro primogénito fuera extendido sobre el madero para morir. El Hijo amado, ante la inminencia de la muerte exclamó: “Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado?”. Ninguna voz liberadora vino del cielo. No hubo carnero sustitutorio. Murió el Hijo del Abbá, el Primogénito de toda la creación, Jesús. Su madre fue testigo del desenlace. Cristo murió por el pecado y por todos (1 Ped 3,18). Pablo entendió muy bien el verdadero significado de la historia de Isaac (Rom 8,32). En la cruz sabemos que “ahora conocemos que tú nos amas, porque no te has reservado tu hijo, tu único hijo, al que tu amas”.

Muchas de nuestras penas y sufrimientos tienen que ver mucho con nuestros “Isaacs”. Hay siempre en nuestra vida algo en lo cual ponemos nuestras alegría, nuestra plenitud. Si lo idolatramos estamos perdidos. Si llegamos al límite y purificados nuestro deseo y nuestro amor, ese “Isaac” será bendición para todos. Ya Jesús, el Cordero inmolado, nuestro Primogénito, “pagó por todos”.

viernes, 14 de octubre de 2011

COSAS IMPORTANTES Y DIFERENTES

Hoy son varias cosas para comentar entre todos:
Lo primero agradecer todo el tiempo prestado a las profesoras que han aprobado las oposiciones.
En nombre de la Iglesia y de los compañeros: gracias por vuestra entrega, labor y dedicación a todo lo que desde el ámbito religioso hemos compartido con la escuela a través de vosotras.
Después he de dar la bienvenida a aquellas personas que se están incorporando, espero que tengamos todos una buena relación y os sintáis agusto. Ánimo con el trabajo y la tarea que se nos encomienda.

Hemos de dar la enhorabuena a Cristina, de secundaria, porque se ha casado el 8 de Octubre. También por la maternidad y paternidad de varios de primaria. Que disfrutéis mucho!!

Una mención un tanto especial hemos de tener a María José González Villarán, de Bollullos.
¡Qué cierto es que no sabemos ni el día ni la hora! y que siempre nos queda la esperanza de las palabras del Apocalipsis
“Fijaos que vengo pronto, llevando el pago que daré a cada uno, conforme a su trabajo. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el fin. Felices los que lavan sus ropas; disfrutarán del árbol de la vida y se les abrirán las puertas de la Ciudad”(Ap 22,12-14).

Nos queda su alegría, su entrega, su contagio de felicidad, su actividad y su risa, "sus ganas de ir a Roma" ¡¡¡cuántas veces lo dijo!!! " tenemos que ir, organiza un viaje, que nos juntemos y convivamos...qué bien lo vamos a pasar"

Todos sabemos que la vida no termina aquí, que se transforma, que seguimos siendo y viviendo por toda la eternidad. Es la otra cara de la Iglesia que tenemos, y que la sentimos presente también con nosotros.
No podemos olvidar que este camino que emprendemos tiene un final y que depende de cómo vivamos el sentido de nuestra vida, así moriremos, sabiendo que somos siervos que han hecho lo que tenían que hacer en el tiempo de nuestra vida y desde el proyecto que Dios tiene para la humanidad.

María José González Villarán: gracias por todo y esperamos que , junto con Jacinto, nos ayudes a seguir en esta tarea que para tí, ha terminado en esta tierra.

Seguiremos trabajando. Un abrazo

María Jesús


jueves, 29 de septiembre de 2011

Formación

Abierto plazo solicitudes para el curso de Cep con Manos Unidas:

PIENSAS, OBSERVAS…¿ACTÚAS?
Recursos y actividades prácticas para concienciar en valores
días 24,25,26 y 27 de octubre

jueves, 22 de septiembre de 2011

COMIENZO DE CURSO

COMO TODOS LOS AÑOS, TENDREMOS EL COMIENZO DE CURSO EN EL SALÓN DE ACTOS DE LA UNIVERSIDAD DE LA MERCED EL DÍA 6 DE OCTUBRE A LAS 5,30 DE LA TARDE Y POSTERIORMENTE, CELEBRAREMOS CON NUESTRO OBISPO, DON JOSÉ VILAPLANA BLASCO, LA EUCARISTÍA DEL ENVÍO CON TODA LA DIÓCESIS EN LA CATEDRAL.

domingo, 12 de junio de 2011

Hoy es Pentecostés














En España se celebra el día del Apostolado Seglar. Nosotros, por razones pastorales, lo celebramos el día de Cristo Rey.

Hemos de felicitarnos como Iglesia en el día de su cumpleaños por todo por lo que ha repartido al mundo a lo largo de tantos años. Es verdad que la Iglesia tiene sombras, pero también tiene luces.

Los laicos somos transmisores del Evangelio en todos los ambientes, llenamos todos los ámbitos sociales y estamos enviados a transformar cada instante con nuestra vida.

Hoy Don José, nuestro Obispo, desde la aldea del Rocío, nos invitaba a ser testigos de Jesucristo, a movernos, a tener presente a todos los que sufren en estos momentos de crisis económica y de valores. Nos ha impulsado una vez más a que nuestra vida sea constante testimonio. Varias veces ha hecho referencia al Papa Juan Pablo II cuando estuvo en la aldea recordando la necesidad de vivir desde los valores que el Evangelio propone.

Me he encontrado con este vídeo en Youtube , sugerente para el día de hoy, nuestra Pascua, nuestro despertar cristiano que nos anima a predicar la Palabra, a vivir desde las convicciones que tenemos, que disfrutamos y que repartimos.

Feliz día de Pascua

jueves, 9 de junio de 2011

Espíritu Santo, Espíritu de Amor

He recibido en el correo esta invocación al Espíritu de Pagola.
Estamos a las puertas de Pentecostés, el momento clave, el cumpleaños de la Iglesia.
Es momento de reconocer y reconocernos como don y regalo y de invocar a Dios que nos siga enviando su Espíritu para que con sus dones, podamos seguir adentrándonos en su misterio, en su Palabra, en su Reino. Que podamos abrir las puertas de nuestro corazón al Reino que viene del mismo Dios a la tierra para que todas las personas de todas las generaciones tengamos dignidad, la misma dignidad con la que todos salimos de las manos del padre.
Feliz Pentecostés. Que el viento del Espíritu nos haga a todos cambiar el interior de nuestra casa y la convierta en un lugar de acogida, de paz y sinceridad.

INVOCACIÓN

Según San Juan, el Espíritu hace presente a Jesús en la comunidad cristiana, recordándonos su mensaje, haciéndonos caminar en su verdad, interiorizando en nosotros su mandato del amor. A ese Espíritu invocamos en esta fiesta de Pentecostés.

Ven Espíritu Santo y enséñanos a invocar a Dios con ese nombre entrañable de "Padre" que nos enseñó Jesús. Si no sentimos su presencia buena en medio de nosotros, viviremos como huérfanos. Recuérdanos que sólo Jesús es el camino que nos lleva hasta él. Que sólo su vida entregada a los últimos nos muestra su verdadero rostro. Sin Jesús nunca entenderemos su sed de paz, de justicia y dignidad para todos sus hijos e hijas.

Ven Espíritu Santo y haznos caminar en la verdad de Jesús. Sin tu luz y tu aliento, olvidaremos una y otra vez su Proyecto del reino de Dios. Viviremos sin pasión y sin esperanza. No sabremos por qué le seguimos ni para qué. No sabremos por qué vivir y por qué sufrir. Y el Reino seguirá esperando colaboradores.

Ven Espíritu Santo y enséñanos a anunciar la Buena Noticia de Jesús. Que no echemos cargas pesadas sobre nadie. Que no dictaminemos sobre problemas que no nos duelen ni condenemos a quienes necesitan sobre todo acogida y comprensión. Que nunca quebremos la caña cascada ni apaguemos la mecha vacilante.

Ven Espíritu Santo e infunde en nosotros la experiencia religiosa de Jesús. Que no nos perdamos en trivialidades mientras descuidamos la justicia, la misericordia y la fe. Que nada ni nadie nos distraiga de seguirlo como único Señor. Que ninguna doctrina, práctica o devoción nos aleje de su Evangelio.

Ven Espíritu Santo y aumenta nuestra Fe para experimentar la fuerza de Jesús en el centro mismo de nuestra debilidad. Enséñanos a alimentar nuestra vida, no de tradiciones humanas ni palabras vacías, sino del conocimiento interno de su Persona. Que nos dejemos guiar siempre por su Espíritu audaz y creador, no por nuestro instinto de seguridad.

Ven Espíritu Santo, transforma nuestros corazones y conviértenos a Jesús. Si cada uno de nosotros no cambia, nada cambiará en su Iglesia. Si todos seguimos cautivos de la inercia, nada nuevo y bueno nacerá entre sus seguidores. Si no nos dejamos arrastrar por su creatividad, su movimiento quedará bloqueado.

Ven Espíritu Santo y defiéndenos del riesgo de olvidar a Jesús. Atrapados por nuestros miedos e incertidumbres, no somos capaces de escuchar su voz ni sentir su aliento. Despierta nuestra adhesión pues, si perdemos el contacto con Él, seguirá creciendo en nosotros el nerviosismo y la inseguridad.

José Antonio Pagola