BOLETÍN DIGITAL DE LA DELEGACIÓN DIOCESANA PARA LA EDUCACIÓN

OBISPADO DE HUELVA

viernes, 12 de junio de 2009

DIA DEL CORPUS CHRISTI



La Solemnidad de Corpus Christi se remonta al siglo XIII.

L as procesiones se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV


Cada domingo se hace presente en nuestras vidas y la comunidad cristiana se reune en torno a la Eucaristía porque sabe que es ahí donde se han de encontrar las fuerzas para el camino de la semana.

Es la fiesta principal porque sigue siendo el mismo Dios quien nos invita al banquete que hemos de vivir y celebrar para dar la vida el resto de los días. Ningún padre pone cosas malas en la mesa para sus hijos, siempre quiere lo mejor para que se alimenten y puedan desarrollarse como personas.


La Eucaristía inquieta, inc
omoda nuestro ser, perdona, fortalece, libera y nos ayuda a sentirnos uno más en los otros como miembros de un solo cuerpo porque nos unimos a quien verdaderamente nos une: el mismo Dios.

Celebrar y sacar a la calle la Eucaristía es hacernos cómplices de lo que todo ello conlleva. Lo celebramos un día de manera especial, pero sabiendo que todos somos portadores de Cristo vivo cuando comulgamos, hace que nos sintamos también responsables de ser ese cuerpo que día a día, como Iglesia viva, transparente con claridad lo que el mismo Jesús nos indicó y que recordábamos en los evangelios de los últimos domingos: Id por todo el mundo...anunciad el Evangelio...sed testigos...haced esto en memoria mía.

Cada vez que comemos del Pan y bebemos del Vino, anunciamos el Reino de Dios hasta su vuelta. Que no se nos olvide porque, en el fondo, cada vez que comulgamos, tambièn sacamos a Dios a nuestros ambientes, vivo en nosotros, como un solo cuerpo, anunciando lo que hemos visto, oído y tocado con nuestras manos a cerca de la Vida que se nos ha dado.

Cáritas ha sacado un mensaje para este día, nadie puede decir que ama a Dios si no tiene en cuenta al hermano que está todos los días acompañando nuestra vida. Pinchad más abajo para leerlo todo.



HE VISTO LA AFLICCIÓN DE MI PUEBLO, HE ESCUCHADO SU CLAMOR

Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”[1].